Sobre mí

Nunca fui la persona más organizada, ni la más tranquila, ni la más constante del mundo. Soy impaciente, impulsiva y terriblemente dispersa. Me enamoro de mil ideas, empiezo proyectos con un entusiasmo desbordante y luego… bueno, me distraigo con otra cosa.

No tengo un plan a cinco años. A veces ni a cinco días. No tengo una estrategia infalible, ni la certeza de que estoy haciendo las cosas bien. Pero lo que sí tengo es una curiosidad infinita por entenderme, por descubrir cómo funciona mi mente y por encontrar maneras de gestionar el caos sin que el caos me gestione a mí.

Durante mucho tiempo pensé que esto del mindfulness no era para mí. No porque no lo necesitara, sino porque simplemente no encajaba en el estereotipo de persona Zen™. Intenté de todo, pero nada parecía funcionar, y cada vez que fallaba en algo, me sentía peor que antes. Como si esto del Mindfulness fuese un club selecto al que sólo entraban los que ya estaban equilibrados desde antes.

Hasta que me di cuenta de algo: no estaba fallando yo, estaba fallando la idea que tenía del bienestar. Porque el bienestar no es llegar a ningún lado. No es una receta, ni una lista de pasos a seguir. No se trata de convertirte en alguien distinto, sino de aprender a estar bien siendo quien eres. Tú, con tus memes, tu caos y tu energía random a las 3AM.  

Empecé a aplicar el mindfulness a mi manera. No como una rutina rígida, sino como un recurso flexible. A veces me sirve respirar, a veces ponerme una playlist y darlo todo, a veces apagar todo y otras ver memes de gatos o gente cayéndose.

Así nació Serendip, y si con ello además consigo motivar a alguien a probar; ya valió la pena.